EMMA GOLDMAN

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Matrimonio y amor
La noción popular acerca del matrimonio y del amor, es que deben ser sinónimos, que ambos nacen de los mismos motivos y llenan las mismas humanas necesidades. Como la mayoría de los dichos y creencias populares, éste no descansa en ningún hecho positivo y si sólo en una superstición.
El matrimonio y el amor nada tienen de común; uno y otro están distantes, como los polos; en efecto, son completamente antagónicos. No hay duda que algunas uniones matrimoniales fueron efectuadas por amor; pero más bien se trata de escasas personas que pudieron conservarse incólumes ante el contacto de las convenciones. Hoy en día existen muchos hombres y mujeres para quienes el casarse no es más que una farsa, y solamente se someten a ella para pagar tributo a la opinión pública. De todos modos, si es verdad que algunos matrimonios se basan en el amor y que también este puede continuar después en la vida de los casados, sostengo que eso sucede a pesar de la institución del matrimonio.
Por otra parte, es enteramente falso que el amor sea el resultado de los matrimonios. En raras ocasiones se escucha el caso milagroso de una pareja que se enamora después de casada, y si se observa atentamente, se comprobará que casi siempre se reduce a avenirse buenamente ante lo inevitable. A otras criaturas les unirá un afecto, surgido del trato diario, lo que está lejos de la espontaneidad y de la belleza del amor, sin el cual la intimidad matrimonial de una mujer y un hombre no será más que una vida de degradación.
El matrimonio, por lo pronto, es un arreglo económico, un pacto de seguridad que difiere del seguro de vida de las compañías comerciales, por ser más esclavizador, más tiránico. Lo que devenga, es completamente insignificante con lo que se invistió. Tomando una póliza de seguros se paga por ella en dólares y en centavos, siempre con la libertad de cesar los pagos de las cuotas. Si, de cualquier modo, el premio de la mujer es un marido, ella lo paga con su nombre, con sus íntimos sentimientos, con su dignidad, su vida entera, y hasta la muerte de una de las dos partes. Así, para ella, el seguro del matrimonio la condena a una vida de dependencia, al parasitismo, a una completa inutilidad, tanto individual como social. El hombre, también, paga su juguete, pero su radio de acción es más amplio, el matrimonio no lo coarta tanto como a la mujer. Sentirá sus cadenas más bien por el lado económico.
De ahí que el motto que Dante aplicó a la entrada del Infierno, se aplica con igual propiedad al matrimonio: Oh, voi che entrate, lasciate ogni speranza!
El matrimonio es un ruidoso fracaso, esto ni el más estúpido lo negará. Basta echar una mirada a las estadísticas de los divorcios para comprender cuán amargo es este fracaso.


El amor, que es el más intenso y profundo elemento de la vida, el precursor de la esperanza, de la alegría y del éxtasis; el amor, que desafía impunemente todas las leyes humanas y divinas y las más aborrecibles convenciones; el amor uno de los más poderosos modeladores de los destinos humanos, ¿cómo tal torrente de fuerza puede ser sinónimo del pobrecito Estado y del mojigato sacramento matrimonial, concedido por nuestra santa madre Iglesia?
¿Amor libre? Si hay algo en el mundo libre, es precisamente el amor. El hombre pudo comprar cerebros pero con todos sus millones no consiguió el amor. El hombre subyugó los cuerpos, pero no logrará subyugar el amor. El hombre conquistó naciones enteras; pero sus ejércitos no pudieron conquistar un grano de amor. El hombre cargó de cadenas el espíritu, pero se encontró completamente inerme, indefenso ante el amor. Encaramado en el más alto trono, con todo su esplendor y su oro, su poder será omnímodo, pero basta que el amor pase a su lado para que lo suma en una profunda desolación. Y si en cambio visita una miserable choza, la convertirá en el más radiante paraíso, dándole el sentido de una nueva vida, más animada en ternura y fantasía. El amor tiene la mágica virtud de convertir a un mendigo en un rey. Sí; el amor es libre; no puede existir en otra atmósfera. En plena libertad se entrega sin reservas, abundante y totalmente. Todas las leyes, todos los códigos y todas las cortes judiciales del universo no podrán arrancarlo del suelo, una vez que haya echado raíces en él. ¿Cómo se quiere, entonces, si el suelo es estéril, que el matrimonio le haga dar frutos? Es parecida a la lucha desesperada de la muerte contra el raudo vuelo de la vida.
El amor no necesita protección; se basta a sí mismo. Tan pronto como el amor impregne la vida con su ardiente y perfumado aliento no habrá más criaturas desamparadas, ni los hambrientos, ni los sedientos de afectos. Sé muy bien que esto es verdad. Conocí a una mujer que llegó a ser madre libremente con el hombre que amaba. Pocos niños en su cuna de oro fueron rodeados de más cariño, de más cuidados y devoción como los que es capaz de prodigar la libre maternidad.


La prostitución
Nuestros reformistas hicieron de repente un gran descubrimiento: la trata de blancas. Los diarios se llenaron de exclamaciones y hablaron de cosas nunca vistas e increíbles, y los fabricantes de leyes se prepararon para proyectar un haz de leyes nuevas a fin de contrarrestar esos horrores.
Es altamente significativo este hecho toda vez que a la pública opinión se le presenta, como si fuera una distracción más, unos de estos males sociales, enseguida se inaugura una cruzada contra la inmoralidad, contra el juego de azar, las salas de bailes, etc. ¿Y cuáles son los resultados de semejantes campañas aparentemente moralizadoras? El juego aumenta cada vez más, las salas funcionan clandestinamente a la luz del día, la prostitución se encuentra siempre al mismo nivel y el sistema de vida de los proxenetas y sus similares se vuelve un poco más precario.
¿Cómo puede ser que esta institución, conocida hasta por los niños de teta, haya sido descubierta recientemente? ¿Qué es, después de todo, este gran mal social, -reconocido por todos los sociólogos- para que dé lugar a tanto ruido y a tanta alharaca la publicación de todas esas informaciones?
Resumiendo las recientes investigaciones sobre la trata de blancas -por lo pronto muy superficiales- nada de nuevo se descubrió. La prostitución ha sido y es una plaga sumamente extendida, y asimismo la humanidad continuó hasta ahora imbuida en sus asuntos, indiferente a los sufrimientos y a la desventura de las víctimas de ese tráfico infame; tan indiferente como lo fue ante nuestro sistema industrial, o ante la prostitución económica.
Solamente cuando el humano dolor se convierte en una diversión, en una especie de juguete de brillantes colores, el niño que es el pueblo se interesa por él, siquiera un tiempo determinado; el pueblo es un niño de carácter veleidoso; todos los días quiere un juguete nuevo. Y el desaforado grito contra la trata de blancas, es precisamente eso. Le servirá para divertirle durante un tiempo y también dará lugar a que se instituya una serie de puestos públicos, unos cuantos parásitos más, que se pasearán por ahí, como detectives, inspectores, miembros investigadores, etc.
¿Cuál es la verdadera causa que origina el tráfico de la mujer, no solamente de la blanca, sino de la negra y la amarilla? Naturalmente es la explotación, que engorda el fatídico Moloch del capitalismo con una labor pagada a un misérrimo precio, lo que empuja a miles de jóvenes mujeres, muchachas y niñas de poca edad hacia el pozo sin fondo del comercio del lenocinio. Es que todas ellas sienten y opinan como la Sra. Warren: ¿para qué agotar la existencia por la paga de algunos chelines semanales en un obrador de modista, etc., durante diez, once horas por día?
Es lógico esperar que nuestros reformistas no dirán nada acerca de esta causa fundamental. Comprenden demasiado que son verdades que rinden poco. Es más provechoso desempeñar el papel del fariseo, esgrimir el pretexto de la moral ultrajada, que descender al fondo de las cosas.
Sin embargo, hay una recomendable excepción entre los jóvenes escritores: Reginald Wright Kauffmong, cuyo trabajo The House of Bondage es uno de los primeros y serios esfuerzos para estudiar este mal social, no desde el punto de vista sentimental del filisteísmo burgués. Periodista de vasta experiencia, demuestra que nuestro sistema industrial no ofrece a muchas mujeres otras alternativas que las de la prostitución. La heroína femenina que se retrata en The House of Bondage, pertenece a la clase trabajadora. Si el autor hubiese pintado la vida de una mujer de otra esfera, se habría hallado con idéntico asunto y estado de cosas.
En ninguna parte se trata a la mujer de acuerdo al mérito de su trabajo; por eso, ese procedimiento es todavía más flagrantemente injusto. Es imperiosamente inevitable que pague su derecho a existir, a ocupar una posición cualquiera mediante el favor sexual. No es más que una cuestión de gradaciones que se venda a un hombre, casándose, o a varios. Que nuestros reformistas lo admitan o no, la inferioridad social y económica de la mujer, es directamente responsable de su prostitución.
Justamente en estos días la buena gente se asombró de ciertas informaciones, donde se demostraba que solamente en Nueva York, de diez mujeres que trabajaban en fábricas, nueve percibían un salario de seis dólares semanales por 48 horas de trabajo, y la mayoría de ellas debían afrontar varios meses de desocupación; lo que en total representaba una suma anual de 280 dólares. Ante estas horribles condiciones económicas, ¿hay motivo de asombro al constatar que la prostitución y la trata de blancas se hayan convertido en un factor tan predominante?
Si las precedentes cifras pueden ser consideradas exageradas, no estará de más escuchar lo que opinan algunas autoridades en materia de prostitución:
Las múltiples causas de la creciente depravación de la mujer se hallan en los cuadros estadísticos, indicando la trayectoria de los empleos ocupados, sus remuneraciones antes de que se produjera su caída; entonces se dará la oportunidad para que el economista político decida si la mera consideración de los negocios es una suficiente disculpa para el patrono que disminuye el nivel general de los jornales obreros o si bien aumentándolos en un pequeño porcentaje, los contrabalancea, por la enorme suma de tasas y ex-acciones impuestas al público sobre los gastos que éste hace al adentrarse -para su satisfacción- en la vasta maquinación de los vicios, la cual es un resultado directo, la mayoría de las veces, de una insuficiente retribución del trabajo honesto.(Dr. Sanger, La Historia de la Prostitución).
Nuestros actuales reformistas podrían muy bien enterarse del libro del Dr. Sanger. Entre 2,000 casos observados por él, son raros los que proceden de la clase media, de un hogar en prósperas condiciones. La gran mayoría salen de las clases humildes y son, por lo general, muchachas y mujeres trabajadoras; algunas caen en la prostitución a causa de necesidades apremiantes; otras debido a una existencia cruel de continuo sufrimiento en el seno de su familia, y otras debido a deformaciones físicas y morales (de las que hablaré después). También para edificación de puritanos y de moralistas, había entre esos dos mil casos, cuatrocientas mujeres casadas que vivían con sus maridos. ¡Es evidente que no existía mucha garantía de la pureza de ellas en la santidad del matrimonio!

La faz más divertida de esta cuestión que acaba de hacerse pública, es la superabundante indignación de nuestras buenas y respetables personas, y especialmente de algunos caballeros cristianos, quienes siempre encabezan esta suerte de cruzadas y también otras que surjan de cualquier parte o por cualquier motivo. ¿Es que ellos ignoran completamente la historia de las religiones y particularmente de la cristiana? ¿Por qué razones deberían gritar contra la infortunada víctima de hoy, desde que es conocido por los estudiosos de alguna inteligencia que el origen de la prostitución es, precisamente, religioso, lo que la mantuvo y la desarrolló por varios siglos, no como una vergüenza, sino como digna de ser coronada por el mismo dios?
Parece que el origen de la prostitución se remonta a ciertas costumbres religiosas, siendo la religión la gran conservadora de las tradiciones sociales, la preservó en forma de libertad necesaria y poco a poco pasó a la vida de las sociedades. Uno de los ejemplos típicos lo recuerda Herodoto; quinientos años antes de Cristo, en el templo Mylitta, consagrado a la Venus babilónica, se establecía que toda mujer que llegase a edad adulta había de entregarse al primer extraño que le arrojase un cobre en la falda como signo de adoración a la diosa. Las mismas costumbres existían en el oriente de Asia, en el norte de África, en Chipre, en las islas del Mediterráneo, y también en Grecia, donde el templo de Afrodita en Corinto poseía más de mil sacerdotisas dedicadas a su servicio.
El hecho que la prostitución religiosa se convirtiese en ley general, apoyada en la creencia que la actividad genésica de los seres humanos poseía una misteriosa y sagrada influencia para promover la fertilidad de la naturaleza, es sostenido por todos los escritores de reconocida autoridad en la materia. Gradualmente y cuando la prostitución llegó a ser una institución organizada bajo la influencia del clero, se desarrolló entonces en sentido utilitario, coadyuvando así a las rentas públicas.
El Cristianismo, al escalar el poder político cambió poco semejante estado de cosas de la prostitución. Los meretricios bajo la protección de las municipalidades se encontraban ya en el siglo XIII. Los principales jefes de la Iglesia los toleraron. Constituían esas casas de lenocinio una especie de servicio público, cuyos dirigentes eran considerados como empleados públicos. (Havelock Ellis, Sex and Society).
A todo esto débese agregar lo que escribe el Dr. Sanger en su libro citado anteriormente:
El papa Clemente II, dio a la publicidad una bula diciendo que se debía tolerar a las prostitutas, porque pagaban cierto porcentaje de sus ganancias a la Iglesia.
El papa Sixto IV fue más práctico; por un solo meretricio que él mismo mandó construir, recibía una entrada de 20,000 ducados.
En los tiempos modernos la Iglesia se cuida más, respecto a este asunto. Por lo menos abiertamente no fomenta el comercio del lenocinio. Encuentra mucho más provechoso constituirse en un poder casi estatal, por ejemplo la Iglesia de la Santísima Trinidad, y alquilar a precios exorbitantes las reliquias de un muerto a los que viven de la prostitución.


La opresión simple y pura y los proyectos de leyes coercitivas no han de servir más que para amargar a la infortunada víctima de su misma ignorancia y estupidez, y luego llevarla a la última degradación. Uno de ellos logró su máxima severidad, proponiendo que a las prostitutas se les diera el tratamiento de los criminales, y las cogidas en flagrante, se las penaría con cinco años de cárcel y 10,000 dólares de multa. Semejante actitud sólo demuestra la obtusa incomprensión de las verdaderas causas de la prostitución, como factor social, como también esto es una manifestación del puritánico espíritu de otros días sangrientos en la historia del puritanismo.
No existe un escritor moderno que al tratar este asunto no señale la completa futilidad de estos métodos legislativos con sus innumerables medios de coerción. El Dr. Blaschko dice que las represiones gubernativas y las cruzadas moralizadoras nada consiguen más que dispersar el mal social que quieren combatir por miles de otros conductos secretos, multiplicando así los peligros para la sociedad. Havelock Ellis. el temperamento más humanitario y el estudioso más profundo de la prostitución, nos hace comprobar con el fehaciente testimonio de citas históricas, que cuanto más drástico es el método de represión, mucho más empeora las condiciones de ese mal. Entre una de esas citas se halla la siguiente: En 1560 Carlos IX abolió con un edicto todos los prostíbulos; pero el número de las meretrices no hizo más que aumentar, mientras otras casas de lenocinio fueron apareciendo clandestinamente, siendo mucho más peligrosas que las anteriores. A despecho de esa legislación, o por causa de ella, no hubo país entonces en el que la prostitución se extendiera con más fuerza, jugando un rol preponderante. (Sex and Society).
Solamente una opinión pública inteligentemente educada, que deje de poner en práctica el ostracismo legal y moral hacia la prostitución, ha de coadyuvar al mejoramiento del presente estado de cosas. Cerrar los ojos por un falso pudor y fingir ignorancia ante este mal y no reconocerlo como un factor social de la vida moderna, no hará más que agravarlo. Debemos estar por encima de la estúpida noción soy mejor que tú, tratando de ver en la prostituta solamente a un producto de las condiciones sociales. Semejante actitud por parte nuestra, al desterrar para siempre toda postura hipócrita, establecerá una más amplia comprensión, haciéndonos espiritualmente aptos para otorgarle un trato más humanitario, casi fraternal a esas desventuradas.
Respecto a la total extirpación de la prostitución, nada, ningún método podrá llevar a cabo esa magna empresa, sino la más completa y radical transmutación de valores, en la actualidad falsamente reconocidos como beneficiosos -especialmente en lo que atañe a la parte moral- junto con la abolición de la esclavitud industrial, su causa causarum.

Anarquismo: lo que significa realmente.

ANARQUÍA
Siempre despreciado, maldecido, nunca comprendido
Eres el terror espantoso de nuestra era.
"Naufragio de todo orden", grita la multitud,
"Eres tú y la guerra y el infinito coraje del asesinato."
Oh, deja que lloren. Para esos que nunca han buscado
La Verdad que yace detrás de la palabra,
A ellos la definición correcta de la palabra no les fue dada.
continuarán ciegos entre los ciegos.
Pero tu,  Oh palabra, tan clara, tan fuerte, tan pura,
Vos dices todo lo que yo, por meta he tomado.
¡Te entrego al futuro! Tú eres segura.
Cuando uno, por lo menos despertará por sí mismo.
¿Viene en la solana del atardecer? ¿En la emoción de la tempestad?
¡No puedo decirlo--pero ella la tierra podrá ver!
¡Soy un anarquista! Por lo que no reinaré,  ¡y tampoco reinado seré!
JOHN HENRY MACKAY.

La historia del desarrollo y crecimiento humano es, a la vez, la historia de la lucha terrible de cada nueva idea anunciando la llegada de un muy brillante amanecer. En su agarre persistente de la tradición, lo Viejo con sus medios más crueles y repugnantes pretende detener el advenimiento de lo Nuevo, cualesquiera sean la forma y el período en que aquel se manifieste. Tampoco necesitamos recaminar nuestros pasos hacia el pasado para darnos cuenta de la enormidad de la oposición, las dificultades y adversidades puestas en el camino de cada idea progresista. La rueca, la tuerca y el azote permanecen con nosotros; al igual que el ajuar del convicto y el coraje social, todos conspirando en contra del espíritu que va marchando serenamente.
El anarquismo no podía tener la esperanza de escapar el destino de todas las demás ideas innovadoras. Por supuesto, como el innovador de espíritu más revolucionario, el Anarquismo necesariamente debe topar con la ignorancia y el envenenado rechazo del mundo que pretende reconstruir.
Para rebatir, aun de manera escueta, con todo lo que se está diciendo y haciendo contra el Anarquismo, sería necesario un volumen entero. Por lo tanto, solamente rebatiré dos de las objeciones principales. Al así hacerlo, trataré de aclarar lo que verdaderamente quiere decir Anarquismo.
El extraño fenómeno de la oposición al Anarquismo es el que trae a la luz la relación entre la llamada inteligencia y la ignorancia. Y aún esto no es tan extraño, cuando consideramos la relatividad de las cosas. La masa ignorante tiene a su favor que no pretende simular conocimiento o tolerancia. Actuando, como hace siempre, por puro impulso, sus razonamientos son como los de los niños. "¿Por qué?" "Porque sí." Aún así, la oposición del no educado hacia el Anarquismo merece la misma consideración que la del hombre inteligente.
¿Cuáles son las objeciones entonces? Primero, el Anarquismo es impráctico, aunque sea un ideal precioso. Segundo, ambos el hombre inteligente y la masa ignorante no pasan juicio luego de un amplio estudio del tema, sino de lo que escuchan o de una interpretación falsa.
¿Cuáles son, pues, las objeciones? Primero, el Anarquismo no es práctico, aunque sea una idea muy atrayente. En segundo lugar, el Anarquismo equivale a violencia y destrucción, por lo que debe ser rechazado por vil y peligroso. Tanto el hombre inteligente como la masa ignorante juzgan no a partir de un conocimiento profundo del tema, sino de rumores o falsas interpretaciones.
Un esquema práctico, dice Oscar Wilde, es uno que ya tiene existencia, o una forma que podría llevarse a cabo bajo las condiciones existentes; pero son-exactamente esas condiciones que uno objeta y cualquier propósito que pudiese aceptarlas necesariamente es incorrecto y una locura. El verdadero criterio de lo práctico, por lo tanto, no es si puede mantener intacto lo incorrecto e imprudente; hasta cierto punto consiste en averiguar si el esquema tiene la vitalidad suficiente para abandonar, dejar atrás las aguas estancadas de lo viejo y edificar, al igual que mantener, una nueva vida. A la luz de esta concepción, el Anarquismo es definitivamente práctico. Más que ninguna otra idea, es de ayuda acabar con lo equívoco e irracional; más que ninguna otra idea, está edificando y manteniendo nueva vida.
Las emociones del hombre ignorante se ven continuamente aplacadas por las historias sangrientas del Anarquismo. Nada hay demasiado ofensivo para ser aplicado en contra de esta filosofía y sus oponentes. Por lo tanto el Anarquismo representa para el no-pensante, lo que el proverbial malvado, hace al niño,--un monstruo obscuro empeñado en tragarlo todo; en pocas palabras, destrucción y violencia.
¡Destrucción y violencia! ¿Cómo va a saber el hombre ordinario, que el elemento más violento en la sociedad es la ignorancia; que su poder de destrucción es justamente lo que el Anarquismo está combatiendo? Tampoco, no está al tanto de que el Anarquismo, cuyas raíces, como fuesen, son parte de las fuerzas naturales, destruyen, no células saludables, sino el crecimiento parasítico, que se nutre de la misma esencia de la vida social. Está meramente librando el suelo de yerbajos y arbustos para eventualmente producir fruta saludable. Alguien ha dicho que se requiere menos esfuerzo mental para condenar, que lo que se requiere, para pensar. La indolencia mental esparcida mundialmente, tan prevaleciente en la sociedad nos prueba una vez más que este hecho es demasiado cierto. En vez de ir al significado de cualquier idea dada, para examinar su origen y razón de ser; la mayoría de las personas, la condenarán enteramente, o dependerán de definiciones de aspectos no esenciales superficiales o llenas de prejuicios.
El Anarquismo reta al hombre a pensar, a investigar, a analizar cada proposición; pero para no abrumar al lector medio también comenzaré con una definición y luego elaboraré sobre lo último.

El Anarquismo es la única filosofía que devuelve al hombre la consciencia de sí mismo, la cual mantiene que Dios, el Estado y la Sociedad no existen, que sus promesas son vacías y sin valor, ya que pueden ser logradas sólo a través de la subordinación del hombre. El Anarquismo, por lo tanto, es el maestro de la unidad de la vida, no meramente en la naturaleza, sino también en el hombre. No hay conflicto entre los instintos sociales e individuales, no más de los que existen entre el corazón y los pulmones: el uno, el receptáculo de la esencia de la preciosa vida; y el otro, el almacén del elemento que mantiene la esencia pura y fuerte. El individuo es el corazón de la sociedad, conservando la esencia de la vida social; la sociedad es el pulmón que está distribuyendo el elemento para mantener la esencia de vida--es decir, al individuo--puro y fuerte.
"La única cosa de valor en el mundo," dice Emerson, "es el alma activa; a la cual todo hombre tiene dentro de sí. El alma activa ve la verdad absoluta y la proclama y la crea". "En otras palabras, el instinto individual es la cosa de valor en el mundo. Es el alma verdadera la que visualiza y crea la vida de la verdad, del cual saldrá una mayor verdad, el alma social renacida.
El Anarquismo es el gran libertador del hombre, sin coma de los fantasmas que lo han tenido cautivo; es el árbitro y pacificador de las dos fuerzas para la armonía individual y social. Para lograr esa unidad, el Anarquismo le ha declarado la guerra a las influencias perniciosas, las cuales, hasta ahora, han impedido la armoniosa unidad de los instintos individuales y sociales.
La Religión, el dominio de la mente humana; la Propiedad, el dominio de las necesidades humanas; el Gobierno, el dominio de la conducta humana, representan el baluarte de la esclavitud del hombre y los horrores que le exige. ¡La Religión! Cómo domina la mente humana, cómo humilla y degrada el alma. Dios es el todo, el hombre es nada dice la religión. Pero, de esa nada, Dios ha creado un reino tan déspota, tan tirano, tan cruel, tan terrible, que nada que no sea desastre, lágrimas y sangre han reinado el mundo desde que los dioses comenzaron. El Anarquismo impulsa al hombre a la rebelión en contra de este monstruo negro. Rompe tus cadenas mentales; le dice el Anarquismo al hombre, porque, no va a ser hasta que tú pienses y juzgues por ti mismo, que saldrás del dominio de la obscuridad, el mayor obstáculo para todo progreso.
La Propiedad, el dominio de las necesidades del hombre, la negación del derecho de satisfacer sus necesidades. El Tiempo nació cuando la propiedad reclamó su derecho divino, cuando vino hacia el hombre con el mismo refrán, igual que la religión, "¡Sacrifícate! ¡Abniégate! ¡Entrégate!" El espíritu del Anarquismo ha elevado al hombre de su posición postrada. Ahora está de pie, su faz hacia la luz. Ha aprendido a ver la insaciable, devoradora y devastadora naturaleza de la propiedad y está preparándose para darle el golpe de muerte al monstruo.
"La propiedad privada es un robo," dijo el gran anarquista francés Proudhon. Sí, pero sin riesgo y peligro para el ladrón. Monopolizando los esfuerzos acumulados por el hombre, la propiedad le ha desposeído de su derecho de nacimiento tornándole en un indigente y un paria. La propiedad ni siquiera posee la excusa tan gastada de que el hombre no crea lo suficiente para satisfacer sus necesidades. Apenas aprendido el ABC de la economía, los estudiantes ya saben que la productividad del trabajo, durante las últimas décadas, excede por mucho la demanda normal. Pero, ¿qué son demandas normales para una institución anormal? La única demanda que la propiedad reconoce es su propio apetito glotónico para mayor riqueza, porque riqueza significa poder, el poder de someter, de aplastar, de explotar, el poder de esclavizar, de ultrajar y degradar. América se muestra particularmente jactanciosa de su gran poder, su enorme riqueza nacional. Pobre América, ¿de que vale toda su riqueza, si los individuos que la componen son miserablemente pobres? Viviendo en la asquerosidad, en la suciedad y el crimen; perdida la esperanza y la alegría, deambula un ejército desterrado de presas humanas sin hogar.

En cuanto a los métodos. El Anarquismo no es, como muchos pueden suponer, una teoría del futuro a ser logrado a través de la inspiración divina. Es una fuerza de vida en los asuntos de nuestra vida, constantemente creando nuevas condiciones. Los métodos del Anarquismo por lo tanto no contienen un programa, armado de hierro para llevarse a cabo bajo toda circunstancia. Los métodos deben salir de las necesidades económicas de cada lugar y clima y de los requisitos intelectuales y temperamentales del individuo. El carácter calmado y sereno de un Tolstoy desearán diferentes métodos para la reconstrucción social, que la intensa, desbordante personalidad de Miguel Bakunin o de un Pedro Kropotkin. Igualmente también debe ser aparente que las necesidades económicas y políticas de Rusia dictarán medidas más drásticas que las de Inglaterra o América. El Anarquismo no representa ejercicios militares y uniformidad pero, sí defiende el espíritu revolucionario, en cualquier forma, en contra de todo lo que impida el crecimiento humano. Todos los Anarquistas concuerdan en eso, al igual que están de acuerdo en su oposición a la maquinaria política como un medio de traer el gran cambio social.
"Toda votación," dice Thoreau, "es como jugando, como damas, o backgammon, el juego con el bien y el mal, su obligación nunca excede su conveniencia. Hasta votando por lo correcto es hacer nada por ello. Un hombre sabio no dejará el derecho a la clemencia de la oportunidad, ni deseará que prevalezca a través del poder de la mayoría." Un examen cercano de la maquinaria política y sus logros nos llevarán a la lógica de Thoreau.
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¿Qué nos demuestra la historia del parlamentarismo? Nada, excepto la omisión y la derrota, ni hasta una sencilla reforma para mejorar la tensión económica y social de la gente. Se han aprobado leyes y han hecho estatutos para el mejoramiento y protección del trabajo. Así, de este modo, el año pasado se probó en Illinois, con las leyes más rígidas para la protección minera, tuvo los desastres mineros mayores. En Estados donde las leyes del trabajo de los niños prevalecen, la explotación infantil está en unos niveles altísimos y aunque con nosotros los trabajadores disfrutan de oportunidades políticas completas, el capitalismo ha llegado a su momento cumbre más desvergonzado...
Hasta si los trabajadores pudiesen tener sus propios representantes, que es, lo que nuestros buenos políticos socialistas están clamando, ¿que oportunidades hay para su honestidad y buena fe? Una tiene que tener en mente el proceso de la política, para darse cuenta que su camino de buenas intenciones está repleto de peligro latente: maquinaciones secretas, intrigas, adulaciones, mentiras, trampas; de hecho, sofistería de toda índole, donde el aspirante político puede lograr el éxito. Añadido a eso está la desmoralización completa del carácter y las convicciones, hasta que no queda nada, que haría que una tuviese esperanza de tal desamparo humano. Una y otra vez las personas fueron lo suficientemente tontos en confiar, creer y apoyar hasta su último penique, a los aspirantes políticos, para verse al final traicionados y engañados.
Se puede decir que los hombres íntegros no se convertirían en corruptos en el molino pulverizante político. Quizás no, pero esos hombres estarán absolutamente desamparados para ejercer la más ínfima influencia en nombre de los trabajadores, como ha sido demostrado en numerosos ejemplos. El Estado es el amo económico de sus sirvientes. Los buenos hombres, si los hubiere, o permanecerían fieles a su fe política y perderían su apoyo económico, o se agarrarían de su amo económico mostrándose del todo incapaces de hacer el mínimo bien. La arena política nos deja sin alternativa, una debe ser un burro o un pícaro.
La superstición política todavía domina los corazones y las mentes de las masas, pero los verdaderos amantes de la libertad no tendrán nada que ver con esto. Al contrario, éstos creen con Stirner que el hombre tiene tanta libertad como la que quiera tomarse. El Anarquismo, por lo tanto, mantiene la acción directa, el desafío abierto y la resistencia hacia todas las leyes y restricciones económicas, sociales y morales. Pero el desafío y la resistencia son ilegales. Ahí yace la salvación del hombre. Todo lo ilegal necesita integridad, seguridad-propia y coraje. Busca espíritus libres e independientes, a "hombres que son hombres y que tienen un hueso en sus espaldas, el cual no puede atravesarse con la mano."
El sufragio universal mismo debe su existencia a la acción directa. De no ser por el espíritu de rebelión, del desafío por parte de los padres revolucionarios americanos, sus descendientes todavía estarían bajo el cobijo del Rey. Sino fuera por la acción directa de un Juan Brown y sus camaradas, América todavía estaría canjeando la piel del hombre negro. Cierto, el canje de la piel blanca todavía existe, pero, también, tendrá que ser abolido por la acción directa. El sindicalismo, la arena económica del gladiador moderno, le debe su existencia a la acción directa. No fue hasta fechas recientes que la ley y el gobierno han tratado de aplastar el movimiento sindical y condenado a prisión por conspiradores, a los exponentes del derecho del hombre a organizarse. De haber tratado de lograr su causa rogando, alegando y pactando, los sindicatos serían hoy muy pocos. En Francia, en España, en Italia, en Rusia, hasta Inglaterra testimonia la creciente rebelión de las uniones laborales, la acción directa, revolucionaria, económica se ha convertido una fuerza tan poderosa en la lucha por la libertad industrial que ha conseguido que el mundo se de cuenta de la tremenda importancia del poder del trabajo. La huelga general, la expresión suprema de la conciencia económica de los trabajadores, fue ridiculizada en América hace poco. Hoy toda gran huelga, para ganar, debe darse cuenta de la importancia de la protesta general solidaria. La acción directa, habiendo probado su efectividad en las líneas económicas, es igualmente potente en el ambiente individual. Allí cientos de fuerzas avanzan sobre su ser y sólo la resistencia persistente frente a ellas finalmente lo libertará. La acción directa en contra de la autoridad en la tienda, acción directa en contra de la autoridad de la ley, acción directa en contra de la autoridad entrometida, invasiva de nuestro código moral, es el método lógico y consistente del Anarquismo.¿ Nos guiará éste a una revolución? Por supuesto, lo hará. Ningún cambio social ha venido sin una revolución. Las personas o no están familiarizadas con su historia, o todavía no han aprendido, que la revolución es el pensamiento llevado a la acción.
El Anarquismo, la gran fermentación del pensamiento, está hoy imbricado en cada una de las fases del empeño humano. La Ciencia, el Arte, la Literatura, el Drama, el esfuerzo para un mejoramiento económico, de hecho toda oposición individual y social al desorden existente de las cosas, es iluminado por la luz espiritual del Anarquismo. Es la filosofía de la soberanía del individuo. Es la teoría de la armonía social. Es el gran resurgimiento de la verdad viva que está reconstruyendo el mundo y nos anunciará el Amanecer.

Fuente: Traidores.org