jueves, 31 de marzo de 2011

ALVARO MUTIS- POEMAS-

GRIETA MATINAL

Cala tu miseria,
sondéala, conoce sus más escondidas cavernas.
Aceita los engranajes de tu miseria,
ponla en tu camino, ábrete paso con ella
y en cada puerta golpea
con los blancos cartílagos de tu miseria.
Compárala con la de otras gentes
y mide bien el asombro de sus diferencias,
la singular agudeza de sus bordes.
Ampárate en los suaves ángulos de tu miseria.
Ten presente a cada hora
que su materia es tu materia,
el único puerto del que conoces cada rada,
cada boya, cada señal desde la cálida tierra
donde llegas a reinar como Crusoe
entre la muchedumbre de sombras
que te rozan y con las que tropiezas
sin entender su propósito ni su costumbre.
Cultiva tu miseria,
hazla perdurable,
aliméntate de su savia,
envuélvete en el manto tejido con sus más secretos hilos.
Aprende a reconocerla entre todas,
no permitas que sea familiar a los otros
ni que la prolonguen abusivamente los tuyos.
Que te sea como agua bautismal
brotada de las grandes cloacas municipales,
como los arroyos que nacen en los mataderos.
Que se confunda con tus entrañas, tu miseria;
que contenga desde ahora los capítulos de tu muerte,
los elementos de tu más certero abandono.
Nunca dejes de lado tu miseria,
así descanses a su vera
como junto al blanco cuerpo
del que se ha retirado el deseo.
Ten siempre lista tu miseria,
y no permitas que se evada por distracción o engaño.
Aprende a reconocerla hasta en sus más breves signos:
el encogerse de las finas hojas del carbonero,
el abrirse de las flores con la primera frescura de la tarde,
la soledad de una jaula de circo varada en el lodo
del camino, el hollín en los arrabales,
el vaso de latón que mide la sopa en los cuarteles,
la ropa desordenada de los ciegos,
las campanillas que agotan su llamado
en el solar sembrado de eucaliptos,
el yodo de las navegaciones.
No mezcles tu miseria en los asuntos de cada día.
Aprende a guardarla para las horas de tu solaz
y teje con ella la verdadera,
la sola materia perdurable
de tu episodio sobre la tierra.

EXILIO

Voz del exilio, voz de pozo cegado,
voz huérfana, gran voz que se levanta
como hierba furiosa o pezuña de bestia,
voz sorda del exilio,
hoy ha brotado como una espesa sangre
reclamando mansamente su lugar
en algún sitio del mundo.
Hoy ha llamado en mí
el griterío de las aves que pasan en verde algarabía
sobre los cafetales, sobre las ceremoniosas hojas del banano,
sobre las heladas espumas que bajan de los páramos,
golpeando y sonando
y arrastrando consigo la pulpa del café
y las densas flores de los cámbulos.

Hoy, algo se ha detenido dentro de mí,
un espeso remanso hace girar,
de pronto, lenta, dulcemente,
rescatados en la superficie agitada de sus aguas,
ciertos días, ciertas horas del pasado,
a los que se aferra furiosamente
la materia más secreta y eficaz de mi vida.
Flotan ahora como troncos de tierno balso,
en serena evidencia de fieles testigos
y a ellos me acojo en este largo presente de exilado.
En el café, en casa de amigos, tornan con dolor desteñido
Teruel, Jarama, Madrid, Irún, Somosierra, Valencia
y luego Perpignan, Arreglen, Dakar, Marsella.
A su rabia me uno, a su miseria
y olvido así quién soy, de dónde vengo,
hasta cuando una noche
comienza el golpeteo de la lluvia
y corre el agua por las calles en silencio
y un olor húmedo y cierto
me regresa a las grandes noches del Tolima
en donde un vasto desorden de aguas
grita hasta el alba su vocerío vegetal;
su destronado poder, entre las ramas del sombrío,
chorrea aún en la mañana
acallando el borboteo espeso de la miel
en los pulidos calderos de cobre.

Y es entonces cuando peso mi exilio
y miro la irrescatable soledad de lo perdido
por lo que de anticipada muerte me corresponde
en cada hora, en cada día de ausencia
que lleno con asuntos y con seres
cuya extranjera condición me empuja
hacia la cal definitiva
de un sueño que roerá sus propias vestiduras,
hechas de una corteza de materias
desterradas por los años y el olvido.

miércoles, 30 de marzo de 2011

MARK STRAND (POEMAS)




LOS RESTOS

Yo me vacío del nombre de los otros. Vacío mis bolsillos.
Vacío mis zapatos y los dejo al borde de la ruta.
En la noche retraso los relojes;
Abro el álbum familiar y observo al muchacho que fuí.
Digo mi propio nombre. Yo digo adiós.
Las palabras se siguen viento abajo.
Amo a mi esposa pero la aparto de mí.
Mis padres se levantan de sus tronos
hacia el lechoso cuarto de nubes. ¿Cómo puedo cantar?
El tiempo me dice lo que soy. He cambiado y soy el mismo.
Yo me vacío de mi vida y mi vida permanece.


EL CUARTO

Es una vieja historia, la foma en que sucede
alguna vez en invierno, no alguna vez.
El que la oye se ha dormido.
Las puertas del closet de su infelicidad abren
y la desdicha entra a su cuarto--
muerte al amanecer
muerte al anochecer,
sus alas de madera abanican el aire,
sus sombras la leche destilada grita el mundo.
Hay una necesidad de finales sorprendentes,
el verde prado donde las vacas arden
como papel de imprenta,
donde los campesinos se sienta y rompen
donde nada, cuando sucede, es demasiado terrible.

domingo, 20 de marzo de 2011

Poesía en conmemoración del 24 de marzo

ESA MUJER - MADRE



Esa mujer, vital y de pareceres emotivos
Esa mujer...
que se niega a las lágrimas,
Esa mujer,
que no se detiene,
ni siquiera,
a que el dolor la alcance,
Esa mujer,
lo sufrió todo
y aún chispea...
Esa mujer,
que lleva dentro el vacío,
que antes ocuparon,
dos cuerpos sagrados
Esa mujer,
que sabe..
pero calla...
que con ella termina,
lo que recién comenzaba...
Esa mujer,
A quién le negaron  perpetuarse,
en la sangre  de su sangre.
Esa mujer...
a quien esa vida que ama,
le arrancó con manos extrañas,
esos seres que extraña.
A esa mujer le digo...
mis hijos, son también hijos de tus hijos,
A esa mujer le digo,
no te rindas,
sino me rindo,
no te detengas,
sino no sigo, 
sigue queriendo,
que así aprendo.

A esa mujer le digo,
que fue-es, la madre
que ellos dos quisieron
A esa mujer le digo,
que es la mujer-madre
a  quien más quiero.
A esa mujer le digo,
Lita, este es mi homenaje,
simple y sincero.
(Dedicado a Lita Boitano, cuyos hijos Adriana y Miguel Angel fueron desaparecidos).
Por Graciela Lois
Fuente http://www.desaparecidos.org/arg/voces/lit/poesia/

NUEVO ESPECIAL FOTOGRAFÍAS - HERBS RITTS - PRIMERA PARTE

Dossier fotográfico de Herbs Ritts. Fotógrafo norteamericano se caracterizaba en fotos en blanco y negro. Nacido en agosto de 1952, nos dejó muy pronto a la edad de 50 años.  Pasen y disfruten de una pequeña parte...




Cindy Crawford


dizzy gillespie












Jack Nicholson

sábado, 19 de marzo de 2011

SIMBIOSIS

Hay algo que me desagrada. Y es la gente con aura turbia.

Este hombre me causaba intriga.
Desde mi poca altura, nunca pude verlo a la cara y notar la diferencia. Me repelía mucho más si lo tenía cerca. Sabía que no me toleraba, le cansaba mi sonrisa, no creía mis risotadas, y la conjunción de mi timidez e imagen responsable sin opción, lo pinchaban cuanto menos a una distancia de tres metros. Tanto así, que yo llegaba y él se iba, no me miraba, no me hablaba.
Más allá de mi desinterés, me preguntaba qué era lo que le hacía sentir tanto rechazo hacia mí. Para la repulsión que existía de mí, como una flecha guardada hacia él, yo tenía razones. Sólo que las escondía bien, porque sabía que aún siguiendo las mismas antedichas, eran de pura piel, y netamente desigualdad de energías. No había una explicación irrefutable. Y si no soy irrefutable no soy. Estas energías descreía se pudieran neutralizar, no tenían los mismos elementos, no zigzagueaban en la misma atmósfera, no tenían ni más ni menos, y no había ni un punto en común alrededor del cual girar, que pudiera unirlas. En ninguno de ellos podían estar cómodas a tal punto de llegar a la estabilidad natural que solicita el desorden para ordenarse. 
Eran de pura piel. Con un cuerpo grande, caminaba pateándose el humor, y me recordaba a esos hombres a los que en alguna película un día vi, encadenados y caminando caídos, apoyándose en las paredes de piedras de alguna cárcel clandestina y subterránea; sólo para jadear, nunca buscando una salida. Esclavos. Deformes por los golpes de otro más.
Así caminaba, arrastrando sus cadenas, pisando la cinta negra de sus recuerdos, en un camino que lo seguía como un chorro de brea caliente.


Levantaba cada tanto el labio inferior sólo para recordarle la posición correcta, se le había olvidado de hablar tan poco.
Observaba lo que él mismo hacía, con ojos de resignación y acostumbramiento. Miraba a los demás, con ojos de recelo y perturbadora ofensa. Mientras que no me miraba, me esquivaba. Y si lo hacía, era reclamando algo que de mí nunca le había faltado; ya que nunca demostró necesitarlo.
Con su mano derecha, pulgar abajo, desgarraba por la izquierda algunos cuellos que latían y decidía cortar, con la izquierda rasguñaba hasta hacer estallar los ojos de aquel atrevido insignificante, que tenía que no existir. Su nuca contra la espalda, la boca abierta, los ojos ciegos, gritaba algo inentendible. Y gritaba, gritaba y se ponía colorado, de las cuencas del juzgado se disparaban dos rayos de luz, del cuello del ajusticiado se rompían membranas y por cada una salía una mariposa. Muchas mariposas. Y el seguía gritando, aferrado cada vez más a su razón y a aquel signo de pregunta al que (en un dia cualquiera) decidió llevarse su manta, su almohada y su lápiz.    
Gritaba y me escupía, qué asco.

Me levanté, de mí, hacia el. Mi aparente felicidad, contra su aparente desgracia. Resultó el dichoso, yo la bruja. La belleza de la bruja que no hace más que adivinar. Y así volé hasta esa caja, me senté arriba… que habrá? Olor a cartón. Espié por las hileras iluminadas, no se veía más que un movimiento en la sombra. Una ráfaga de viento tibio en la oscuridad. Casi inmóvil traté de no respirar, pero la situación me empujaba la espalda, y mientras más tensa me ponía, más gris era mi aliento. Con las palmas a la altura de las orejas, enfoqué la vista cerrando el ojo izquierdo, y me acerqué más. Uno de los lados me pateó el mentón, y desperté con su cuerpo encima. Las rodillas dobladas a sus cuclillas, sus pies limitando mi torso, sus manos en el piso, lejos de mi nariz. Recta, acostada, los dientes asomando, la lengua a punto de hacerme hablar. Acercó su rostro al mío. Olió mi perfume. Frunció la nariz y corriéndose a un costado estornudó, volviendo rápido, moviendo sólo la cabeza y el cuello, la espalda lento, arqueada sigilosa, a amenazarme con sus ojos colorados de serpiente obligada a crecer en una caja de fósforos.

De un solo golpe me hundió el antebrazo en el pecho, y mientras me miraba fijo, con la mano derecha, me corría el pelo de la mejilla, gesto dulce suave, cambió el color de sus ojos. Con la lágrima que se arrojó de si mismo, se juntó la mía cayendo lento, asintiendo lo honesto de su justicia.
Mi cuerpo hizo una curva no muy cerrada, seria yo, mirada triste. Mirada perdida.

Me tapó la cara con la palma con la que antes tiernamente me pidió perdón, y me dijo con vos firme y clara, igual a la mía hace unos años. Mi voz a los 9 años. 
“El latir de tu corazón, no va a la par de los demás. Disonante, me taladra los sesos”



Y me arrancó el corazón tirando sólo una vez.


Ahí yo, congelada.
Se incorporó, tiró el pedazo bordó, y siguió su camino.

Aún lo veo alejarse.

                 

                                    Laura Soledad Beraldi


Densa condensación



En cada gota de vida habitan todos los posibles futuros inciertos.
Cada gota condensa el germen de una vivencia, de una representación biográfica que nos es dada.
Somos nuestros propios arquitectos álmicos, los dueños de nuestras bifurcaciones, los divagantes de aquellos libres albedríos que nos forman y conforman con lo Otro.
Un Otro lejano o simbióticamente próximo.
Somos herederos de esas gotas que clitorianamente fecundan, y acreedores de aquellas otras gotas lagrimales que fecundan nuestro temple.
Cada gota es una burbuja en tenso equilibrio, un micromundo que apela o repele las voluntades ajenas, y que cuando se juntan pueden refrescar como bálsamos etéreos, o emerger en devastadores tsunamis.
Soy una gota, una mas en ésta condensación. 

                 Madama Butterfly

martes, 8 de marzo de 2011

PETER LINDBERGH -ESPECIAL FOTOGRAFÍAS-

Peter Lindbergh fue uno de los mas prestigiosos fotógrafos de moda de la década del 90. Tomó las mejores fotos a Linda Evangelista, Kate moss, Mónica Bellucci, etc. Sus fotografías trascienden la moda en sí. Pasaran las décadas y sus fotos emocionan y van contra el tiempo. uno se enamora de sus modelos a través de sus fotografías. por una cuestión de espacio, aquí mostramos solo alguna de ellas.



 Mónica Bellucci




Kristen McMenamy es su modelo


Audrey Marnay, Lonneke Engel, May Andersen, Zoe Gaze son sus modelos





Un característico Keith Richards


Una hermosa y delgadísima Kate Moss



viernes, 4 de marzo de 2011

DOS HORAS ANTES DEL ALBA Por Julio Sosa

          


SALDO

No lo puedo creer, eres la que lloras
eres tú la que ruegas de ese modo angustiada mi confianza de no, mi ternura de otrora
qué pálida te has puesto por tan poco, por nada... Vístete, no te quedes contemplándome muda temblorosa y doliente con mirada tan triste
he aprendido a dudar frente a tu alma desnuda y abierta como un libro, la tarde que te fuiste. Cuando mostraste fría sin asomo de pena como un regalo negro tu abandono cobarde
me contagiaste amarga esta fuerza serena,
como un virus terrible este mal incurable.
Hoy has vuelto pensando que mi amor sería eterno eterna mi confianza y también mis deseos...
Sólo hallaste lo último, lo anterior ya se ha muerto como mueren los jaros sin nido en el invierno. Me reprochas que te haya acariciado de nuevo
y qué quieres, si sigues siendo siempre tan guapa y yo joven y fuerte, y además no estoy ciego como la tarde aciaga que lloré por tu alma
y dejé como un necio que tu cuerpo escapara...
El recuerdo de entonces ha quedado flotando en el hondo vacío de mi ser que te amaba ponte pronto la blusa, que a pesar de tu llanto el vacío que hoy dejas, sólo será en mi cama...
Basta ya de llorar, que me cansan tus lágrimas. Péinate en el camino, aquel peine es el tuyo
y tuyo este pañuelo, también aquellas cartas tus palabras de amor, tu voz, maldito arrullo que atesoró mi oído y mi burlada confianza. Vete pronto que el día anuncia su llegada
no quiero que te vea mi madre cuando salgas
y toma este dinero que paga tus caricias así estamos a mano, ya no te debo nada... Te vas sin saludar porque te hago justicia.
Sí que eres orgullosa, y hasta mal educada...

                    Julio Sosa

No me pidas amor



Si te quiero, preguntas... No me pidas amor,
ni busques en mis ojos la respuesta. Mi corazón de ayer ya no despierta dormido para siempre en su ostracismo... Y en la caverna estéril de mi pecho
no puede amar a nadie. Ni a mismo...

No me pidas amor. Esa es la puerta. Aléjate de mí. Lleva tus besos
y el calor de tu piel, miel y azucena, a quien pueda ofrecerte
no una pena
sino un alma vibrante de deseo.

Un corazón que lata con el tuyo, una boca que viva de tu aliento, unas manos de carne,
no de yeso...
No pidas un amor que ya he perdido al pisar los umbrales de mi hombría. Sólo puedo ofrecerte
de la noche más triste su neblina.

Y mereces luz. Tú necesitas
lo que quise salvar y no he podido.
Una fe siempre joven sin heridas...


Qué más puedo ofrecerte que esta alcoba con huellas de otro amor
que que a oscuras
y así mezclar bestial, cobardemente, tu inútil esperanza y mi locura...

Vete pronto de mí. Borra este día
y el sabor de los besos mentirosos que puse entre tus labios anhelantes en el instante gris que fuiste mía.

No me pidas amor. Cierra los ojos
e imagíname muerto o muy lejano. Viviendo solamente de un recuerdo
que ayer me hizo feliz, y hoy me hace daño...

Muchacha, vete ya. Ponte el tapado.
La tarde es muy fría
y el sol se ha desmayado en el ocaso. Camina lentamente calle abajo
y encontrarás tal vez en una esquina
la luz de otro querer bueno y honrado.

No me pidas amor. Nada ha quedado
de la sonrisa fácil que he perdido
del venturoso ayer que me han robado... No me pidas amor.
Pídeme olvido...

               Julio Sosa